Título original: Tobermory Autor: Saki Versión en español: Miguel Lescano Era una tarde de agosto. Había una fiesta en la casa de los Cruz. Varios amigos del pueblo estaban allí. Bueno, no todos eran amigos. El señor Pérez también estaba en la fiesta. Él era nuevo en el pueblo. Nadie sabía cuál era su trabajo. La señora Cruz había oído hablar muy bien de él. Por eso, lo había invitado. Esperaba que fuera una persona interesante. Pero ya era la hora del té. Y hasta ahora, el señor Pérez no parecía ser muy interesante. Él no era bueno para contar historias. Tampoco era bueno para jugar cartas. Tampoco era guapo. Como sabemos, cuando un hombre es guapo, a los demás no les importa mucho si es interesante o no. De pronto, el señor Pérez dijo: "Señores, mi trabajo es la ciencia. Y les tengo que dar una noticia muy importante. Esta semana la ciencia ha dado un gran paso. Un paso más grande que cuando el hombre llegó a la luna. He enseñado a hablar a un animal. Sam, el gato de los Cruz, ahora puede hablar nuestro lenguaje." El señor Cruz, el dueño de la casa, dijo: -"¿O sea que usted da clases de español a los animales? ¿Y dice que nuestro querido Sam ya puede hablar? Señor Pérez, ¿está usted seguro de lo que está diciendo?" El señor Pérez explicó: -"He estado trabajando en esto por veinte años. Pero solo en los últimos meses he tenido algo de éxito. He hecho pruebas con miles de animales. Últimamente, solo he hecho pruebas con gatos. Como sabemos, el gato es un animal muy inteligente. Hace una semana, conocí a Sam. De inmediato pude ver que Sam es un gato de inteligencia muy superior. Con otros animales había tenido poco éxito. Con Sam, por fin he logrado mi objetivo." El señor Pérez hablaba como si fuera un gran científico. Rosa preguntó: "¿O sea que Sam puede decir mamá y papá?" El señor Pérez dijo: "Querida Rosa, eso es para niños. Sam es muy, muy inteligente. Sam puede hablar perfecto español." Nadie podía creer lo que el señor Pérez estaba diciendo. Martín era muy directo. Él dijo: "¡Eso es cuento!". El señor Cruz tampoco podía creerlo. Pero no decía nada por respeto al señor Pérez. Por fin, la señora Cruz dijo: -"Eh, ¿Qué tal si hacemos que Sam venga? Así todos podemos ver si es verdad o no." El señor Cruz fue a buscar a su gato. Todos creían que el señor Pérez solo iba a hacer un simple truco. Después de un minuto, el señor Cruz volvió a la sala. Su cara estaba blanca. Dijo: -"¡No lo puedo creer! ¡Es verdad! Lo encontré en mi cuarto. Le dije que venga a tomar leche. Me miró, y me dijo en perfecto español que él iba a venir cuando él quisiera. ¡Casi me da un ataque al corazón! " Nadie había querido creer al señor Pérez. Pero ahora todos creyeron al señor Cruz. El señor Pérez ahora estaba sentado en su silla, sin decir nada. Tenía una gran sonrisa en su cara. La sonrisa del éxito. De pronto, Sam entró a la sala. Todos estaban esperando a ver si Sam decía algo.
La señora Cruz le dijo: "¿Quieres leche, Sam?" Sam dijo: "Sí, por favor." Todos hicieron silencio. La señora Cruz puso la leche en el plato de Sam. Pero estaba nerviosa, y una parte de la leche cayó al piso. Ella le dijo a Sam: "Perdón, Sam. He dejado caer tu leche al piso." Sam dijo: "No me importa. A fin de cuentas no es mi dinero." Rosa preguntó a Sam: "¿Fue difícil aprender español?" Sam la miró por un momento, y después miró a otro lado. Estaba claro que la pregunta no le había parecido nada interesante. Pedro preguntó: "¿Qué te parece la inteligencia humana, Sam?" Sam dijo: "¿La inteligencia de quién?" Pedro dijo: "Bueno, la mía, por ejemplo." Sam dijo: "No quería tener que decir esto. Cuando la señora Cruz decidió invitarlo a usted, el señor Cruz no estuvo de acuerdo. Dijo que usted era el hombre más tonto que él conocía. Dijo que esta casa no es un hospital para tratar a gente sin cerebro. La señora Cruz dijo que su falta de inteligencia era justo la razón para invitarlo. Dijo que usted era el único hombre tan tonto como para comprar su viejo auto. Usted sabe, el auto al que los Cruz llaman 'El cáncer'." La señora Cruz dijo que todo era mentira. Pero justo esa mañana le había dicho a Pedro que le quería vender su auto. Así que era difícil creer a la señora Cruz. El alcalde quiso cambiar de tema, así que le preguntó a Sam: -"Sam, ¿Qué me dices de la gata blanca que viene todos los días al jardín de los Cruz? Ustedes son muy 'amigos', ¿cierto?" ¡Ese fue un gran error! Sam dijo: -"Por lo general, uno no habla de esas cosas en público. Yo podría hablar mucho sobre usted y sobre sus 'amigas'. Pero a usted no le gustaría eso, ¿verdad?" A todos les dio miedo. De inmediato, la señora Cruz le dijo a Sam: -"Eh, Sam, ¿por qué no vas a la cocina a ver si tu cena está lista?" Pero en realidad, aún era muy temprano para la cena de Sam. Sam dijo: "Gracias, pero acabo de tomar mi leche. No quiero morir por comer demasiado." El señor Cruz dijo: "Pero Sam, tú tienes nueve vidas " Sam dijo: "Quizás, pero solo tengo un hígado." La señora Plaza dijo muy molesta a la señora Cruz: -"¿Estás loca, Victoria? ¿Quieres que ese gato vaya a la cocina a hablar de nosotros con los empleados?" Todos estaban muertos de miedo. Sam solía caminar por todo el pueblo. Sam conocía cada casa, cada puerta y cada ventana del pueblo. Quién sabe qué había visto. Ahora Sam podía hablar, y esto podría ser un desastre para todos. La señorita Flores, por ejemplo, solía escribir libros de poesía llena de pasión. Uno de sus libros era muy conocido en el pueblo. Pero en su vida privada era una santa. Cuando tienes una vida así, no quieres que nadie lo sepa. Alberto, en cambio, había hecho muchas cosas malas cuando era joven. ¿Qué diría Sam sobre él? Su miedo se veía en su cara. Fernando salió corriendo. Él estaba estudiando para ser pastor en la iglesia. Quizás se fue para no escuchar cosas malas de los demás. Martín parecía estar tranquilo. Pero por dentro estaba pensando cómo comprar el silencio de Sam con comida. Rosa dijo: "¡No sé por qué vine a esta fiesta!" Sam dijo de inmediato: -"Yo sé por qué. Ayer usted le dijo a la señora Plaza que los Cruz siempre tienen buena comida en su casa. Usted dijo que la comida era la única razón para ir a la casa de los Cruz." Rosa dijo en voz alta: "¡Nada de eso es cierto! Señora Plaza, ¡por favor diga usted que yo no dije eso!" Sam continuó: -"Más tarde, la señora Plaza le contó a Alberto lo que usted dijo de los Cruz. Y la señora Plaza también dijo que usted va a todos lados solo por comida. Dijo que usted es una muerta de hambre. Y después Alberto dijo..." En este momento Sam vio por la ventana al gato de la escuela. En un instante, Sam salió por la ventana a buscar a ese gato. Después que Sam se fue, todos estaban muy enojados con el señor Pérez. Él era el único responsable de lo que estaba pasando. Era él quien debía evitar que la situación empeore. La primera pregunta que le hicieron fue: "¿Podría Sam enseñar a hablar a otros animales?" El señor Pérez dijo que era posible que Sam le hubiera enseñado un poco a su amiga. Pero era muy difícil que ella ya pudiera hablar tan bien como Sam. La señora Plaza le dijo a la señora Cruz: -"Victoria, Sam es tu querido gato. Pero debe morir lo antes posible. Y su amiga también. Estoy segura de que estarás de acuerdo." La señora Cruz dijo: "Yo también me siento mal por lo que está pasando. Mi esposo y yo queremos mucho a Sam. Pero ahora lo único que queda es terminar con él." El señor Cruz dijo: "Podemos poner un poco de veneno en su cena. Y yo mismo iré a matar a la gata blanca que suele venir al jardín." El señor Pérez dijo: "Pero, pero... ¡Todos mis años de trabajo y de investigación!" La señora Plaza dijo: "¡Usted puede ir a continuar su trabajo con otros animales!" El señor Pérez se sentía muy mal. Había logrado su objetivo, pero ahora todos estaban en su contra. De hecho, estaban pensando darle el mismo veneno que iban a darle a Sam. Pero nadie quería decirlo. Durante la cena, todos estaban en silencio. El señor Cruz ya se había hecho cargo de la amiga de Sam. Rosa no quería comer. Pedro no decía nada. No quería hablar con los Cruz. La señora Cruz trataba de hablar con los demás. Pero en realidad, su mirada estaba en la puerta. Ahí había un poco de comida 'especial' para Sam. Después de la cena, todos fueron a la sala. Nadie quería jugar cartas. Nadie quería escuchar música. Nadie quería hablar. El miedo se sentía en el aire. A las doce, los empleados se fueron a dormir. Habían dejado abierta una ventana en la cocina para que Sam entre. La señora Cruz fue varias veces a la cocina. Pero ya era tarde, y Sam aún no había vuelto. A las dos de la mañana, Martín acabó con el silencio y dijo: -"Sam no va a volver esta noche. Debe estar en la oficina del periódico, hablando sobre nosotros. Quizá quiera escribir un libro sobre su vida. Cuando el libro salga al público, va a ser todo un éxito." Después de decir esto, Martín se fue. Poco a poco, los demás hicieron lo mismo. A la mañana siguiente, encontraron el cuerpo de Sam en el jardín. Había tenido una pelea. El gato de la escuela había matado a Sam. Después del almuerzo, la señora Cruz ya se sentía un poco mejor. Empezó a escribir un reclamo muy fuerte a la escuela por la muerte de su querido gato. Sam había sido el único éxito del señor Pérez, y nunca más habría otro como él. Unas semanas más tarde, salió una noticia en el periódico: Un elefante del zoológico había matado al señor Pérez. Cuando vio la noticia en el periódico, Martín dijo: -"¡Si ese loco estaba tratando de enseñar español a ese pobre animal, se lo merece!"
3 Comments
violeta
23/10/2018 21:56:57
This one was my favorite ! it was so relaxing and helpful to listen to the mp3
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Jens
30/10/2018 13:12:58
Very good story and well translated. The audio file are great for improving the listening. Thank you for the effort you put into it!
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